Sociólogos, psicólogos y personeros públicos dan pistas acerca de cómo la familia del pediatra Francisco Ramírez habría pasado por una grave crisis que derivó en los lamentables sucesos criminales que pudieron prevenirse.
¿Qué pasó por la mente del pediatra curicano de cincuenta años Francisco Ramírez Alvarado la noche del miércoles, cuando armado con una pistola baleó dando muerte a sus hijos Juan José, José Luis y Sebastián, y luego se suicidó de un tiro? Su esposa Pilar Merchak dio aviso a Carabineros, pero los hechos ya estaban consumados.
Un parricido que ha conmovido a todo el país, sobre todo por tratarse de un profesional que dedicaba su vida a la salud de los más pequeños, cuyo objetivo, irónicamente, era salvar vidas. Y también porque a simple vista y de acuerdo a su entorno social, todo indicaba que era una familia perfecta.
Un médico “ejemplar”
El pediatra estuvo a cargo del comité de Infecciones Intrahospitalarias y fue integrante del de Antibióticos del Hospital San Juan de Dios de Curicó, entre los años 1988 hasta 1999, para luego dedicarse al área privada en convenio con el hospital. Su suegro, Norman Merchak, también pediatra y ex intendente regional, fue director de dicho recinto de salud y actualmente seguía ejerciendo su labor ahí.
En el ámbito laboral, Ramírez Alvarado era reconocido como un “muy buen médico” atento con los padres y madres de niños y guaguas que atendía, con quienes tenía gestos como correrles el coche al momento de irse. Nada hacía sospechar un desenlace como el vivido la noche del miércoles.
Posibles detonantes: Stress, presión social y familiar
A simple vista este parricidio no parece obedecer a una seguidilla de actos violentos en Curicó – pues hace sólo unas semanas la comunidad se conmovía con el triple homicidio perpetrado por Jorge Antonio Fuentealba, apodado “El Ñeco” – pero las luces que despierta en base a los elementos de stress social y estabilidad familiar deben tomarse en cuenta.
Así lo plantea el sociólogo del Centro de Estudios Contextus, César Contreras, quien afirma que “los actos violentos a los que nos estamos enfrentando en nuestro país se producen por los altos niveles de stress a los que es expuesta la población, y que es un fenómeno del miedo a perder el trabajo, la estabilidad familiar o la relación con la pareja, muy típico en sociedades que practican el modelo económico neoliberal, y que finalmente desembocan en acciones como éstas, debido a la sobrecarga y stress al que estamos sometidos, que nos ‘saca de las casillas’ y que se manifestará en algún momento por cualquier vía de escape”.
Contreras toma en cuenta el modelo de Estados Unidos, el país líder en economía de libre mercado, cuyos indicadores de violencia son mucho más elevados que el nuestro, y en donde los parricidios y los asesinatos múltiples son “pan de cada día”.
“Tenemos que mirar con precaución lo que sucede allá, pues es el modelo que Chile sigue como sociedad, desarrollando un gran consumismo que con lleva a la frustración, al sobre endeudamiento y la carga emocional, sumado a la facilidad para adquirir armas de fuego, y que podría ocasionar nuevos actos violentos y reacciones de tal naturaleza en personas que nunca habrían levantado sospechas de cometerlas”.
Violencia intrafamiliar
Si bien los Ramírez Merchak fueron una familia que a ojos externos lucían normales y felices, ya se sospechaba de violencia intrafamiliar previa y reiterada por parte de Francisco Ramírez. Y es en ese punto donde radica la importancia de que Paula Merchak, la esposa y madre de las víctimas, hubiese hecho las denuncias cuando surgieron los primeros brotes de agresión.
Cifras del Servicio Nacional de la Mujer hablan que en la región se cometieron dos femicidios y cuatro femicidios frustrados en lo que va corrido del año. Además, y a nivel nacional, se habla de cuatro mil cuatrocientos casos policiales de violencia intrafamiliar. Números que, más allá de generar temor, son un indicador de que las denuncias se están efectuando en mayo cantidad.
La encargada regional del programa de violencia intrafamiliar – VIF – del Sernam regional, María Ivonne Oróstica, sostiene que “en este caso ya sabemos que existía violencia intrafamiliar de alto riesgo, que desencadenó en este parricidio y femicidio frustrado por parte del padre. El llamado que hacemos a la ciudadanía es a alertar y dar a conocer estos hechos cuando se sospechan, evitando validar conductas violentas, para prevenir situaciones como las que estamos lamentando”.
Psicóloga: “La impecable reputación del pediatra le jugó en contra para recibir ayuda”
La hipótesis de que la violencia intrafamiliar que derivó en los hechos ocurridos en la casona de los Ramírez Merchak, en el exclusivo sector de Zapallar, en las afueras de Curicó, pudo haberse tratado a tiempo de haber sido denunciada por sus víctimas, levanta nuevos elementos para entender las motivos que tuvo Francisco Ramírez para matar a sus hijos y luego suicidarse.
La psicóloga familiar Karina Manríquez, nos reveló que en casos como éste “se produce una fuerte hegemonía de la masculinidad arraigada en muchos padres de familia, en donde sienten que pueden ejercer poder sobre el resto de integrantes, y negando totalmente la ayuda externa. Junto a eso debemos sumar el nivel socioeconómico y la posición de profesional destacado que tenía el pediatra en la sociedad curicana, pues eso le impedía asumir frente al resto que él y su familia necesitaban de terapias psicológicas o siquiátricas”.
La experta en el tema agregó que “la impecable reputación que Francisco Ramírez tenía frente a la sociedad le jugó en contra, pues le impidió pedir ayuda o someterse a una intervención externa, por temor a dañar esa imagen, y todo permitió que existiese un silencio de los hechos que ya estaban sucediendo al interior de la familia, que pudo estar pasando por momentos difíciles y totalmente distintos a lo que ellos reflejaban hacia afuera (…) Es ahí donde se produce la cuota de sorpresa por parte de sus pacientes y de su entorno, que jamás se imaginaron que esto llegara a suceder”.
Manríquez, fundadora de la agencia “Psico -asesorías Kmr”, planteó que es importante tratar estos casos a tiempo “ya sea porque la alarma es puesta por los hijos o la esposa, se debe detectar si el padre está dispuesto a tratarse, y de qué forma intervendrán los especialistas, con la precaución de que si mantienen la privacidad del caso ellos también pueden convertirse en cómplices, y con la variable que el paciente sea una persona reconocida y con influencias, éstas las puede ejercer para que los hechos no se den a conocer públicamente”.